Las hojas muertas que el otoño nos legó crujen impávidas bajo mis pies. El viento las arremolina, irreverente ritual enérgico, dibujando sueños irreales. Avanzan hacia una pendiente, formada con los años, en base de las esculturas de mármol gastado. ¿Cuándo volverá a florecer aquel retoño que habíamos sido? ¿Será acaso en una esquina en el tiempo? ¿En un susurro pendiente, un ocaso, un amor? Sean las hojas de un ensueño o el deseo de aquel recuerdo sin flor, lo añoro, ansío aquel sentimiento que despierta en un beso el latir vívido de este corazón, que es savia del árbol, que es sangre del alma, que cumple el deseo al despertar en la vida. ¡En cualquier esquina renacerá el amor y habrá nuevos retoños que resurgirán en verdes hojas asombrando al otoño!