La librería de tu barrio

En este libro se reúnen dos cuentos. Ocio El primero es el monólogo de un adolescente de Boedo (barrio de Buenos Aires), que escucha rock, escribe poesía, y un día se pone a vender drogas con un amigo para ganar plata. Las calles de la populosa Buenos Aires aquí, son calles vacías. Lo que se dice: no hay un alma. Y las pocas almas que se ven, están adoloridas por vivir y todo eso. Muy triste el ambiente. Gris. El narrador, Andrés, tiene este amigo con el que vende drogas y se droga. Antes, se reúnen en un bar para hablar de poesía y proyectar una revista. Y más antes, Andrés escucha Abbey Road solo en su habitación. Y más antes aún, desayuna con el padre viudo y el hermano en silencio. Y más o menos al principio, Andrés está aburrido mirando el techo, o bien durmiendo. Y cuando despierta, escucha Abbey Road, desayuna con la familia, va al bar, etc. Hasta que un día encuentra en una librería de usados el "Viaje al fin de la noche", de Céline. Y como cuenta Bukowski que hizo, lo lee de un tirón, con solo un breve intermezzo de dormidera. Y ahí es que hace todo eso de vender droga con el amigo, especie de Robinson celiniano. "El viaje..." de Céline es como el espejo en el que se refleja la vida de Andrés, aunque el chico no hace nada ni piensa lo que piensa Bardamú. Digamos que Andrés es una caricatura de Bardamú, sin nada de ímpetu y acosado por el aburrimiento y la tristeza. Y, entonces, como decíamos, Andrés y el amigo venden drogas, se drogan, hay una tía, y pasa un poco de esto y lo otro, y también un poco de aquello. Siempre un poco. En dosis minúsculas. Andrés tiene incluso paranoia de drogón y dealer, pero en dosis pequeñas. Podría decirse que es un relato comedido, de prosa comedida. El amigo de Andrés termina muy drogado y muere, como pasa a veces con los drogadictos, según la tv. Y luego a Andrés le da hepatitis. Y luego se cura y se pone a escuchar Abbey Road. Y ya está. Interludio El chico que me prestó el libro me dijo: "Es un libro cortito, apenas pasa cien páginas, lo leés en un ratito". Esto me hizo sospechar. ¿Qué quiere decir el libro tiene 100 páginas, o 200 páginas? ¿Puede uno fiarse así, a simple vista y por peso, de la extensión de un libro? En todo caso hay que ser cauteloso. Si nos preguntan, por ejemplo, cuántas páginas tiene tal libro, mejor responder: tiene tantas páginas a primera vista, después ya veremos. No podemos asegurar nada. Esto es lo que se dice "la importancia del colchón preventivo en la literatura". De este cuento digamos que a primera vista tiene, con seguridad, 65 páginas. Después hay que ver. Respecto al otro cuento, el chico que me lo prestó me dijo: "El segundo cuento es todavía más corto, lo leés de un tirón, media hora". Efectivamente, el relato tiene 30 páginas. A razón de 1 página por minuto, 30 páginas dan media hora. Inobjetable. Pero claro, ya sabemos que esta regla no puede aplicarse a todas las páginas de la literatura. Hay páginas de una semana, de un año, hasta de toda una vida, e incluso de dos o tres vidas. Generaciones para una página. Siglos, milenos. Etc. Y hay páginas para 10 segundos. Pero en este relato es aplicable la regla de una página por minuto. Veteranos del pánico Primero hay que decir que tiene un título espectacular. En este cuento se habla de algunas vicisitudes de Fabián Casas. Son fragmentos sentimentales de su vida sentimental contados sentimentalmente. Hay, indudablemente, mucho sentimiento. Nos cuenta que, como todo el mundo, fue un chico, tuvo tías, un padre y una madre, hermano, amigos, etc. Y que estuvo muy deprimido y fue becado a Iowa. Hay una escena muy dulce en que una tía o prima le enseña la bombacha. ¿Y quiénes son los veteranos del pánico? Pues Casas y el conjunto de gente que se cruza en sus circunstancias. Casas cuenta que el relato nació por consejo de su terapeuta, para que así pueda reencauzar su vida. De todo corazón, esperamos que haya dado resultado. La depresión es una cosa horrible, definitivamente. Es cierto que puede ser todo una ficción y que el narrador ni siquiera se haya inspirado en su vida. El colchón de la literatura, etc. En todo caso, esperamos que ya nadie esté deprimido. ¡Fuera la depresión! Autor de la reseña: Barcoborracho

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