En esta novela, Arturo Azuela traza los itinerarios de dos violines y la vida de dos violinistas contemporáneos. Entre sus pasiones y sus incertidumbres, un melómano obsesivo, indagador- nos va recreando, paso a paso, los más diversos escenarios musicales. Al parecer, todo empieza con la noticia del robo de un Stradivarius. Después de cincuenta años, recuperado el violín, se dan a conocer los trasfondos de vidas heroicas y mundos de hedonistas: por Nueva York, Viena, Tel Aviv, París, Berlín, Madrid, la ciudad de México. El narrador, a medida que va inventando los pecados capitales de los dos violines un Stradivarius y un Guarnerius-, profundiza en la vida de un gran solista: defensor de los derechos humanos y fundador de la Orquesta Sinfónica de Israel. La contrapartida es otro músico: crápula, licencioso, mujeriego. Poco a poco, en las últimas páginas, se van revelando las incógnitas. De un tiempo a otro, de una semblanza a un monólogo, con ritmo y elegancia, en un contrapunto constante, también se muestran los desafíos de la creación artística. En esta novela, el estuche es un testigo misterioso, como si fuera el único conocedor de la rueda de los destinos de cada personaje.