Bruselas 1914- París 1984), mantuvo una intensa relación con los gallegos, en particular con aquellos exiliados que, en los años que siguieron a la Guerra Civil, escogieron Buenos Aires como destino y lugar en donde vivir. Este contacto, que se mantuvo en el tiempo, enriquecido y ampliado durante los años en París, se afirmó todavía más desde el momento en que Cortázar contrae matrimonio con Aurora Bernárdez, hija de gallegos emigrados, persona transcendental en la vida del escritor. Fue tan intensa la relación con los gallegos del exilio, que solo desde ella es posible reconstruir y comprender la biografía de Julio Cortázar en los años que preceden a su traslado definitivo a Francia. Pero si importante, desde el punto de vista biográfico y afectivo, son la amistad y sus consecuencias, no lo es menos la singularidad de los personajes gallegos que transitan por sus relatos y novelas. Desde Don Galo Porriño de Los Premios, hasta Curro, el propietario del café Cluny, en 62 Modelo para armar, sin olvidar a los chóferes, porteros, enfermeras, comerciantes, propietarios o mozos de café, marineros, camareros y camareras que habitan las calles, garajes, bares y portales de la capital porteña y que Cortázar incorpora a su universo; todos, con sus grandezas y miserias, contribuyen a dar vida a las historias que Julio nos cuenta, esas que se nutren de lo cotidiano y de lo casual.