La enfermedad se caracteriza por la desmesura, y el que la padece busca todas las formas de cura a su alcance: desde los procedimientos más innovadores y rigurosamente científicos hasta los viejos remedios, algunos con cierto toque de esoterismo, pero en muchas ocasiones absurdos. El restablecimiento de la salud a través de un polvo de momia, electricidad, quinina, antivenenos, enemas y sangrías, más que un recuerdo de errores y aciertos de las prácticas médicas de antaño, deja ver que en la historia de la medicina la curación siempre ha estado ligada a la fuerza especulativa que subyace en el imaginario colectivo de las sociedades. Con una postura erudita, y al mismo tiempo llena de humor, González Crussí despierta nuestro interés por preguntarnos acerca de las líneas, muchas veces sutiles, que separan la superstición, la ciencia y las mejoras médicas del pasado y del presente.