Doña Pocha va al supermercado a hacer las compras que sus amigos le encargaron. Y tales compras que parecen ser demasiado verosímiles (como té para la tetera, café para la cafetera, sal para el salero), dejan de serlo cuando ella, por el camino encuentra a un señor que le gusta mucho, se tropieza, cae y todo se le desordena. Té para la cafetera, café para la tetera, azúcar para el salero. La mujer retorna al supermercado y vuelve a encontrar al señor que le gustaba. Entonces lo invita a tomar el té y como consecuencia las cosas (no sabemos por qué, aunque intuimos) según la ilustración, se acomodan solas. Todo vuelve a su lugar. El relato es original, tiene humor, juegos y sin duda la imagen sostiene el cuento que por momentos tiene guiños al receptor adulto, como el final o algún intertexto con personajes de historietas. Todos los objetos poseen rostros expresivos, con un animismo propio de los relatos para los más chicos, que reflejan sensaciones, emociones, o climas de enojo, sorpresa, alegría y hasta soledad, como la cara de la pobre señora Pocha cuando es reclamada por sus amigos. Pablo Zweig es autor de La tía Loca recibe visitas y, con José María Gutiérrez, de Camilo hace magia y El barrilete más grande del mundo. Publicó libros e historietas no sólo en Argentina sino también en Alemania, Japón y Holanda.